
¿Qué tal esas vacaciones? Las mías geniales, hasta hoy. Han llegado los obreros de la ITE (inspección técnica de edificios) a las 8 de la madrugá. Directos a la azotea, donde han hecho tanto ruido que creía que se me iba a caer el techo encima. A las 08:20 ya estaban llamando a mi puerta, que si sabía dónde podían enchufar en la azotea no sé qué historia pa un andamio eléctrico. Ya os podéis imaginar mi cara... A las 9, que quitara las macetas y cerrara las ventanas porque iban a hacer no sé qué historia en la fachada. Esas 123 macetas de cactus fuera de las ventanas (no comment). Era la 1 y todavía no habían hecho nada en la fachada. A todo esto, Jose pintando el techo y yo limpiando como una loca después de tantos días fuera de casa. A la una y media empiezan con chorros de agua a presión a darle a las ventanas, pero qué presión no tendría el agua que, con las ventanas cerradas y atrancadas, el agua NEGRA caía a chorros por mis paredes recién pintadas y sobre mi suelo recién limpio. Jose y yo corriendo y gritando pa que pararan. Y pararon. Nuevo traslado de las macetas, ahora al pasillo, lejía a las paredes y vuelta a limpiar el piso, todo esto con las ventanas cerradas a cal y canto.
Por no hablar de la impresión de hacerme un café a las ocho y cuarto, mirar por la ventana de la cocina y encontrarme por fuera a un tío colgao de un andamio, fumando, que no sabía si saludar o mirar pa otro lao. Y yo con un camisón monísimo pero medio transparentoso.
En fin, ha sido una mañana ideal, con cabreos, pinchos en las manos, gotas de pintura en el suelo, paredes negras y sensación de querer matar a los obreros, pero en fin, como dice el niño cactus... ¡¡¡¡LA CASA VA A QUEDAR PRECIOSA!!!!
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