Sí amigos, ahí me encuentro, sumida en el maravilloso mundo de... ¡¡¡GUIRILANDIA!!! Bienvenidos todos. En honor a la verdad he de decir que mi guiri está muy blanco pero es wena gente, super educao y todo lo que le digo le parece perfecto, divertido o simplemente genial. Vamos, que es mi mejor público. Lo único es que tiene su punto guiri, porque vamos a ver qué os parece la siguiente imagen (imaginadla, por fa). Sevilla, 15'45 h, 29 de junio. 44 graditos. Salimos del restaurante donde los camareros me han preguntado unas mil quinientas veces que si queríamos postre y yo "que no", pero quillo, es que estaba como atornillá a la silla sabiendo lo que nos esperaba fuera. Bueno, pues llegó el momento inevitable, hay que salir. Bofetá de calor en to la cara. Yo, abanico en ristre, cara de agobio, gestos de "socorro, me muero", y mi guiri que va y dice: "Uuuummmm, bendito calorrrr!!!". ¡Y SE QUEA TAN ANCHO, EL TÍO!
Se lo perdono porque es guiri, pero mi mirada asesina se la lleva, no lo puedo evitar. Lo llevo como alma que lleva el diablo camino del bus, que estaba al lao. En esos 100 metros se ha parao lo menos 20 veces pa hacer fotos, todas al sol. (Sin comentarios, creedme, más vale así, porque no respondo de mí). Llegamos a la parada y el bus que se pira. Y ahí me tenéis diciendo "¡No, nooooooo! ¿Por qué? Mierda!" Y mi guiri que me propone ir andando. De nuevo se lo perdono por ser guiri y lo monto en un taxi antes de que pudiera decir nada más.
Hemos llegado y se ha acostao, hecho polvo está, y me dice que no sabe por qué. Lo de los 44 grados creo que es que simplemente no lo asimila. Angelito.
Pero bueno, ya os digo, como me adora, se lo perdono.
Lo mejor de todo es que apenas pienso en Manolo. Mi neurona no da más de sí. Así que no me queda más remedio que decir que para superar una crisis personal, aparte de tener a los mejores a tu lado apoyándote, nada como hacer de cicerone de un guiri en plena ola de calor africano.
Estás crónicas continuarán. Besos. Nita.