
A mi Piti, que es tan piti ella pa tó, le hace mucha gracia cuando le digo que cuando voy a la piscina lo peto, pero cuando le dije el número de largos que hago, tuvo que estar de acuerdo conmigo. Pero claro, su siguiente pregunta fue que si los contaba, y la verdad es que sí, los cuento, porque si no se me hace eterna la hora.
Y lo mejor es lo que he descubierto las últimas semanas: empiezo contando, y de cada número intento recordar algo que me marcara cuando tenía la edad correspondiente a dicho número. Lógicamente, con el uno, el dos y el tres tengo que recurrir a las fotos que tiene mi madre de esa época, pero a partir del cuatro, ya tengo recuerdos y es bastante entretenido. Así recordé con cuatro años, cuando mi padre volvió de Canarias y fuimos a recogerlo al aeropuerto. Lo cierto es que recuerdo ese día perfectamente, desde que mi madre que estaba duchando hasta lo que comimos. He pasado revista a mis años en el colegio, a mis compañeros de clase, a mis profesores (de los que me sorprende recordar el nombre de muy pocos), he recordado acontecimientos importantes (como cuando me operé o cuando me dieron la Erasmus o cuando me compré el piso), he repasado mis años en el trabajo... En fin, que estoy la mar de distraída. Pero claro, cuando llego a 37 largos ya me desconcentro un poco, porque no tengo nada que recordar, y entonces pienso en canciones y me acuerdo de mi Piti, que cuando ganó su medalla en la piscina me dijo que iba pensando en una canción de los Beatles y que no sabía en qué puesto iba, jaja.
Lo mejor de todo es que ella siempre ha estado a mi lado, así que salgo de la pisci siempre sonriendo, pensando que un día de estos voy a empezar a pensar en las anécdotas que me han pasado con la tigressita y al final me voy a ahogar de la risa. Y morir de risa, la verdad, prefiero entenderlo en sentido figurado, tú sabes.