
Estoy leyendo un libro de Paul Auster que en realidad no es suyo. Es el resultado de un experimeno que hizo en un programa de radio en el que colaboraba. Los oyentes podían enviar relatos y él leería los mejores en antena. Años después, ha publicado este libro que contiene más de 100 de aquellos relatos.
Yo no es que quiera compararme con P. Auster (es un genio), pero me apetece escribir una historia que escuché en la radio y que me pareció muy bonita.
Una chica fue al aeropuerto a recoger a su novio, que había pasado unos meses trabajando en Perú. La acompañaron algunos amigos, que se mostraban contentos y que llevaban cámaras de vídeo. A ella le pareció un entusiasmo excesivo, pero tampoco le extrañó de forma exagerada.
En las pantallas apareció que el vuelo de su novio ya había llegado, en unos minutos se abrieron las puertas y empezaron a salir poco a poco los pasajeros. Cada uno de ellos llevaba una flor en la mano, después de mirar unos instantes, encontraban a sus seres queridos, saludaban, y acto seguido se acercaban uno a uno a esta chica y le daban la flor. Ella no sabía qué pensar. Llegó un momento en que tenía más de 50 flores en las manos, y entonces apareció su novio, con dos docenas de rosas, la gente hizo un círculo alrededor de ellos dos, él se acercó a ella, y mirándola a los ojos le preguntó si se quería casar con él. Ella dijo que sí y todo el mundo empezó a aplaudir mientras ella al fin liberaba un poco de su emoción dando rienda suelta a las lágrimas.
El chico había hecho cómplices a sus compañeros de vuelo, incluídos los miembros de la tripulación y todo el mundo parecía compartir aquellas emociones.
Os podrá parecer cursi, pero a mí me gustó. Quizá contada por Paul Auster esta historia estaría en su libro. Besossss, Nita.